Las matemáticas se presentan entre todas las asignaturas como el hueso duro de roer, la materia difícil, aquella que no se sabe muy bien para qué va a servir y que en ocasiones no tiene una aparente aplicación directa. Bien por tradición o quizá porque realmente algo de verdad hay en ello. ¿Raíces cuadradas? ¿expresiones algebraicas? ¿funciones? ¿ecuaciones? «¿Y eso para que me va a servir?» son preguntas a las que nos hemos tenido que enfrentar en clase más de una vez. Y con razón.